jueves, junio 30, 2005

La terra és plana (Quimi Portet)

La terra és plana, ho sap tothom,
però a les planes hi ha rieres, codinetes i turons.
Potser tinc ànima, no ho sé;
però el que sé de cert és que el teu cos s’entén amb el meu cos.

Jo perdo el fil i no me'n recordo
de com et dius;
perdo el fil i el més trist és que
el fil em perd a mi.

Quatre palmeres i un camell,
barrejats en els meus somnis, en anglès parlen de tu.
Quatre palmeres i un camell
i una meuca en un carrer que crida: massa tard imbècil!

Perdo el fil i no me'n recordo
de com em dic;
perdo el fil però el més trist és que
el fil em perd a mi.

Si canta l’ànima me'n vaig
que jo no hi faig cap falta i no sé mai què he de dir.
Vibren les muses i no hi sóc,
pallús deconstructiu, intel·lectual carregós.
Un terapeuta de Rubí
que tracta el mal d’esquena amb infusions de comí.
Hiverns de l’hemisferi austral,
i un monjo tibetà penja una merda en un pal.

Xalets estúpids amb un gos;
pesa figues als meus somnis un turista italià.
Quatre palmeres i un camell,
semidéus en un carrer que criden: massa lluny imbècil!

_______________


Àfrica, 11 de la tarda (Q. Portet)

Àfrica, 11 de la tarda.
Una mèdium troba finalment un lloc per aparcar. A 5000 quilòmetres d'allà, mor un ànec amb el seu somriure estúpid d'ànec. T'estimo, truita.

lunes, junio 20, 2005

Eso que entrecorta el silencio de la voz; y entonces me callo. Entreveo al hombre, reconoceré más tarde la validez de las postales de los sitios y nos cogemos el avión y yo con las nucas degolladas de la vez que miré con los ojos al atrás de frente ese agarrarme estirando más lejos. Aprendizaje del brinco, apúntese esto en el lienzo que se borra con el sudor en ahora este buen pedrusco para sentarse rasgado de agua llovida y la amabilidad imprecisa que marea de tanta curva. Preguntaré hasta que el brinco me centrifugue de estas olas de estos coitos de estos cuerpos de estos vivos de estos adentros, - digo. Preguntaré. Soy ángulo del acá de los silencios. La línea curva adivino del suelo del océano del allá cuando se acaba. Suena ésta mi voz. Me creo todo lo que se quiera decir en la escena, de lo otro casi nada, ni de lo de antes, ni de lo de después, ni los misterios de la lógica (qué ya es decir). Preguntaré. Las cosas las haré por si acaso nacen, por si acaso, que nacer es un porqué metalógico y la parturienta la que guía esta curva en el círculo sangrante de enrizado cabello que acontece entre las piernas y no sabe no sonreír al que cobra la hora (y te incluye la metáfora) aunque sea un poco y para qué negármelo ahora que no mira una.

lunes, junio 13, 2005

Me pones un vaso de agua. La mesa está llena de migajas de pan y gotas de aceite que traerías en los zapatos para gustarme. Enciendo mejor esta lámpara, casi no me veo poniendo palabras. Y me bebo el agua del vaso. Te pones a hacer algo, por ahí, por los bolsillos. Ven, te dolerá el vértigo y no querrás hablar. (La canción de mirarte cómo haces, pones, vienes) Me pones entonces el último vaso de agua. Luego me lo beberé; pero bajémonos ya de la mesa. O ves tú delante, me quedaré yo a apagar la lámpara. Los zapatos se suelen dejar al bajar en aquella leja, junto a los vasos. No tenías que haberte molestado con el aceite y el pan, te los pongo en una hoja de periódico y te los llevas. De todos modos estaré aquí aún un rato poniendo sobre la mesa palabras hasta que dure la letra. Apago, me bebo el agua y bajo.

jueves, junio 09, 2005

Rima del no

Lo uno.
El no.
El de la muerte.
El del amor.

martes, junio 07, 2005

Desde los enredos gastados de curvas y ventanilla se me pasea lo real por delante que es ángulo y contigua franja textual que me roza y respira por los agujeros de la tela dimensión tercera que no toco y le miro la boca mientras pasa, que es un acontecer continuo no discreto - pero pasa, sabe acontecer-, líquido, como el agua, y voy al congelador a por los mendrugos de pan y los remojo como una tarde hizo aquella vieja en el caldo de mi querer de niña en la física de un patio de luz, tierra y hormigas. Que un sujeto nos lea. Los grandes sujetos son leídos, son objeto. Los grandes objetos me leen, son sujeto. La realidad es tautológica, esto efectiva y tautológicamente, tautológicamente, etc. De “a” hasta “a” la preciosa complicación de la reproducción interna de los vivíparos. El adjetivar la cosa y sus alfileres. El alcantarillado de las noches y su agua podrida. Y el lenguaje, que siempre me sabe a adjetivo… (me incorporo) tan dulce, esa mierda de las alcantarillas, tautológica, capicúa. El barrio de dentaduras destrozadas y mugrientas, de piel curtida tallada con el cuchillo grande de cocina, de mirar ofensivo y chaleco antibalas, los críos también deja en la escuela. La maestra soy yo (premisa n). La mirona, adjetiva y capicúa, mete el dedo en la olla y se lo chupa. Si una alcanza en cierto momento un gran nivel como crítico, peligra la cosa, le engulle la lógica y la metáfora, ve que no lanzará detrás de la última marca, le seduce el columpio de la tela de araña, trampa perfecta. Haré yo la foto y saldré en la foto (esto es metafísicamente complicado). La seducción de la crítica (crisis), pero considérese una actriz que sepa de Bergmann y se restriegue por el suelo la neurosis propia y la del que se la narra, que es siempre un moralista. Lo que me temo es tanto ruido. Si la cara les miro podré leer los silencios de un texto. ¡Pero, ¿qué te ha pasao?! ¡Se te ha caído la cabeza! Y me creyó. Un momento. Y la buscamos un poco por los suelos.